Medicamentos; ayer y hoy


El medicamento es tan antiguo como la enfermedad. Desde que el hombre tuvo problemas físicos buscó solución para sus males.

Trastornos, heridas y dolores le hicieron buscar soluciones y en su entorno fue donde primero buscó y en el mundo vegetal es donde más alivio encontró.

Los primeros herbolarios se remontan de la época de los asirios, los babilonios y los fenicios y son un compendio de los conocimientos de la época sobre las propiedades curativas de las plantas.
Al principio y durante siglos tuvo notable influencia lo sobrenatural, tanto en la enfermedad como en su curación. Por eso, las recuperaciones se relacionaban con peticiones a los dioses y ritos mágicos.
Con el Imperio Romano aparecen una serie de destacados médicos, Dioscórides, médico y cirujano durante el mandato de Nerón, fue el más destacado escritor sobre botánica, ya que durante dieciocho siglos su obra sirvió de base para los que se interesaron en el estudio de la Botánica Médica.

Poco a poco se pasó de la administración de plantas molidas, maceradas o cocidas, a fórmulas más complejas, pastillas, pomadas, polvos, ungüentos y enemas.

En 1948 se ilustra la primera farmacopea, que hasta aquel momento había sido dominio exclusivo de médicos, boticarios y quienes usaban hierbas para curar, empezándose a estudiar de forma oficial.

Desde que la medicina se volvió curativa, hace unos 70 años, la sociedad entró en una nueva etapa y que podría decirse “la edad del medicamento”.

Cuentan los más mayores que antes el Médico escribía en la receta la fórmula del medicamento que debía tomarse, para que el “boticario” la preparara y los enfermos “o se aliviaban o se morían”, pero la cuestión es que el “boticario” se involucraba en la atención de los enfermos.

Algunos medicamentos han aguantado el paso de los años, todo y que algunos fueron creados hace más de 100 años, estos medicamentos “el tiempo los acredita“, la gente los “busca” y algunos laboratorios “intentan imitarlos“.

Los boticarios preparaban las fórmulas con los productos que cuidadosamente guardaban en unos frascos blancos, pero poco a poco se fueron implantando las medicinas ya preparadas, ya desde su aparición se han presentado como la gran solución a muchos de los males y luego, bien por el mal uso o por sus efectos “secundarios” u otras causas, se demuestra que no son tan buenos como los enseñan.

Pensamos y más los que ya tenemos unos años, que si se han mantenido tantos años en el mercado es porque funcionan, hay medicamentos de estos que son buscados a conciencia y se recomiendan a otros. En la actualidad sólo han logrado sobrevivir unos pocos de estos medicamentos emblemáticos.

No son productos estrella, pero se siguen vendiendo, aunque han tenido que adaptarse a las normativas vigentes. Algunos laboratorios que han seguido la producción, han comprado las fórmulas y los han reformulado dándoles una imagen más actual, pero han mantenido los nombres aun cuando las autoridades sanitarios han prohibido algún compuesto de sus fórmulas, como la Cocaína, el Opio, Quinina y la Heroína, esta última aún se utiliza en algunos medicamentos contra el dolor producido por el cáncer

Todos son productos basados en sustancias naturales, que provienen de plantas y son efectivos, por eso se continúan consumiendo.

La interacción medicamentos-alimentos es poco conocida y divulgada. Esto surge porque generalmente se cree que los alimentos al ser productos que se comen diariamente, no parece probable que influyan en los efectos de los medicamentos.

Algunos medicamentos deben consumirse sólo con agua, otros no pueden mezclarse con leche o sus derivados, otros tienen que tomarse con la comida y un último grupo ha de tomarse con el estómago vacío, ya que se puede modificar e inclusive invalidar la eficacia del medicamento según con qué se acompañe.

Se deben seguir las instrucciones, leer atentamente la letra pequeña del prospecto y vigilar las dosis recomendadas.

Los medicamentos pueden ser un remedio, pero también la causa del mal.

Lo mejor es tomarlo con un vaso de agua, aunque algunos fármacos se potencian con el zumo de naranja.

Hemos de tener cuidado con los tratamientos de larga duración ya que algunos medicamentos pueden causar efectos propios de carencias de nutrientes aunque éstos se hallen en los alimentos comidos, ya que por la acción del medicamento no se aprovechan adecuadamente. Esto puede considerarse como un efecto secundario del medicamento que controlado con dosis más reducidas o con otro tratamiento que no provoque carencias nutricionales que deben compensarse con la administración de suplementos nutricionales.

También hemos de cuidar los efectos que pueden producir la toma de medicamentos con alcohol, en especial con los que actúan sobre el sistema nervioso, como analgésicos, anticoagulantes, antihipertensivos, antihistamínicos…

La leche y sus derivados, disminuyen la absorción de algunos antibióticos, por lo que tomar leche para impedir la irritación gastrointestinal, no siempre es correcto.

Hay medicamentos que afectan el del apetito y el sentido del gusto, lo que condiciona la dieta del enfermo.

Tampoco conviene tomar con los antibióticos suplementos dietéticos de hierro, o suplementos de vitaminas y minerales que lleven estos nutrientes o con laxantes que contengan magnesio. Para que sea efectivo es mejor tomar los alimentos que contengan estos nutrientes.

Se desaconseja tomar antibióticos con complementos alimenticios de calcio, se ha probado que el calcio, tomado en suplementos o en los alimentos que lo contengan, impide la absorción del hierro si ambos se consumen juntos. Por eso, si hay anemia, es mejor tomar el suplemento de hierro en ayunas y no con el desayuno si se toma leche o derivados.

Hay proteínas que sólo son útiles en ciertas medidas y proteínas que se ayudan pero, ante la presencia de una tercera proteína, alteran el sentido de su dependencia.

Se ha demostrado que dos medicamentos útiles, si se mezclan, producen menos efecto que si se tomaran por separado, o incluso un perjuicio. Por ejemplo se creía que cuanta más cantidad de antibiótico se ponía en una infección, mejores resultados aparecían, sin embargo, depende de la dosis y de la duración, así una dosis muy elevada en un tiempo muy corto hace que resistan microbios que se han “inmunizado” al antibiótico. Muchas personas no toman correctamente los antibióticos, de ahí que se registren tantas resistencias.

Los medicamentos “químicos” son útiles en determinados casos, o cuando se requiere una determinada cantidad de principio activo, pero ocasionan efectos secundarios, que en pueden llegar a ser dañinos, por eso se está volviendo a utilizar remedios naturales, por su alta tolerancia, sin efectos secundarios, su mecanismo de acción generalizada y sus formas de administración fáciles y seguras.

La fitoterapia con una historia de siglos en el tratamiento de enfermedades, con plantas frescas, secas o sus extractos, ha evolucionado y ha ganado reputación y empuje, en los últimos tiempos, siguiendo las normas y usos que requiere la medicina moderna.

Esto ha llevado a un mejor conocimiento de las propiedades medicinales, se ha estudiado científicamente los secretos de sus principios activos y se han explicado con más claridad sus propiedades, contraindicaciones y efectos secundarios, lo que ha repercutido en una más correcta utilización y posología.

Como consecuencia del mayor conocimiento de la botánica, se ha extendido la investigación de nuevos productos a base de plantas, en los que la elección de sus componentes se realiza en el laboratorio.

El 25 por ciento de los medicamentos clásicos contiene productos de origen vegetal, y los fitofármacos son medicamentos obtenidos únicamente con principios activos de origen vegetal.

Las plantas se usan para aliviar enfermedades y dificultar que ésta reaparezca. Desintoxican el organismo y ayudan al sistema inmunológico a mantener el equilibrio.

De la correcta selección de la planta dependerá el resultado a la hora de tratar cualquier enfermedad. Hay que tener en cuenta si la planta está enferma, sin energía o si tiene parásitos y que estas plantas no sean ni demasiado maduras, ni muy jóvenes. Además la primavera y el otoño son las épocas mejores para arrancar las plantas.

Los medicamentos también tienen su historia negra asociada a la profesión médica, “a veces los médicos no curan tus males”.

He aquí un ejemplo medicamentos y prácticas médicas más censurables:

SOOTHING SYRUP: un jarabe que en el siglo XIX se daba para que los niños estuvieran tranquilos y no molestaran, contenía: sulfato de morfina, cloroformo, clorhidrato de morfina, codeína, heroína, polvo de opio, cannabis. Fue el New York Times quién publicó la receta y publicó el caso.

MERCURIO: el mercurio siempre ha hechizado a las personas y la conclusión que alguien sacó, es pensar: ¿por qué no puede ser bueno para los humanos?, y durante varios siglos el mercurio se ha utilizado para tratar enfermedades. En la actualidad sabemos el mercurio es muy tóxico y su envenenamiento produce muchos malestares, dolores y hasta la muerte.

HEROÍNA: en el siglo 19 se utilizaba para calmar la tos, sin conocer que creaba adicción y es destructiva pare el cuerpo.

CURAS ELÉCTRICAS PARA LA IMPOTENCIA: el hombre siempre ha buscado soluciones para sus problemas eréctiles. Y que mejor solución que aplicar la última tecnología del siglo XIX, la electricidad.

LOBOTOMÍAS: fue lo mejor para curar una mente enferma. A base de unos golpes en el cráneo, se llegaba a curar la esquizofrenia, la depresión y hasta la ansiedad. Fue tan popular este “remedio” que a su inventor se le concedió el Premio Nobel en 1960.

Hace ya tiempo que los medicamentos han dejado de ser patrimonio exclusivo de los médicos.

Hay una clara separación entre medicina y farmacia, dentro del segundo hay otra separación entre industria y las necesidades del mercado y aparece una lucha entre drogas de patente y genéricos, entre investigación animal y clínica, entre negocio y el derecho a la salud de las personas.

Existen varias clases de medicamentos:

Unos aportan sustancias de substitución (vitamina D contra el raquitismo, insulina contra la diabetes, etc.) y tratan enfermedades ocasionadas a la ausencia o a la insuficiencia de estas sustancias (faltas).

Otros modifican la función de una célula a través del aumento o disminución de su actividad. Un ejemplo son las vacunas, que aumentan la creación de anticuerpos por las células de la inmunidad. Los medicamentos antiinfecciosos buscan destruir o no dejar actuar a las bacterias causantes de una infección.

Cualquier medicamento debe superar varios análisis o controles, ejecutados por un comité ético bajo un estricto control, para homologar que la relación entre peligros y beneficios es aprobado. Además es un proceso largo (promedio 10 años), complejo y costoso.

Análisis 1. Se llevan a cabo en animales y sirven para comprobar a partir de qué dosis la molécula se vuelve tóxica. Si, la molécula no es rechazada, se pasa al siguiente análisis.

Análisis 2. Se realizan en voluntarios sanos y sirven para determinar las consecuencias del medicamento y su progreso en el cuerpo.

Análisis 3. Se realizan en personas enfermas. Sirven para ratificar la validez de la sustancia y establecer la dosis y como debe administrarse.

Análisis 4. Sirven como confirmación de su buen resultado en las pruebas anteriores y los laboratorios solicitan su conformidad al Departamento Gubernamental oportuno.

Análisis 5. Una vez comercializado, los medicamentos continúan con controles.
Para detectar los efectos secundarios y otras interacciones que no se habían detectado antes. Pudiendo llegar a retirarse del mercado si así se cree conveniente.

Los medicamentos genéricos son aquellos que tienen el mismo principio activo, la misma dosis, la misma forma farmacéutica y las mismas características que un medicamento que posee una patente y que es utilizado con certificado legal industrial.

Para identificar un genérico debe tener visible en el envase las siglas EFG, Especialidad Farmacéutica Genérica. La presencia de estas siglas garantiza que el medicamento ha sido aprobado por las autoridades sanitarias por reunir las condiciones de calidad, seguridad y eficacia exigidas.

La calidad está certificada tanto por el fabricante como por las autoridades sanitarias y significan un ahorro importante con respecto a los medicamentos de marca.

Durante el embarazo hay que limitar el uso de cualquier medicamento ya que hasta los más inofensivos en situaciones normales, pueden ser peligrosos para la mujer embarazada.

Un estudio reciente dio a conocer que uno de cada cuatro, incluso uno de cada tres enfermos que acude a Urgencias tiene que ver con el uso incorrecto de la medicación. Este seguimiento se hizo en 10 hospitales españoles.

También la Agencia Española del Medicamento publica que al menos en un 15% de los casos se hace un mal uso del medicamento.

En todo el mundo, más de 50 por ciento de los medicamentos se prescriben, recetan o venden de forma inadecuada, y 50 por ciento de los enfermos los toman de forma incorrecta.

Y de cada cuatro personas que entran en una farmacia, tres se llevan un medicamento y, una, solo los consejos del profesional. “Debemos escuchar y dejarnos aconsejar por las personas que realmente saben“.

La prescripción y el uso inadecuado de medicamentos ayudan a aumentar la resistencia de bacterias y virus que originan enfermedades infecciosas. Tanto el uso incorrecto de medicamentos como la resistencia de los microbios han alcanzado proporciones alarmantes.

“La publicidad farmacéutica suele tener efectos negativos sobre la prescripción y la elección de los consumidores”, advirtió la OMS.
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